miércoles, 16 de diciembre de 2015

Y con "Pulgarcita" termino este blog...

Esto es lo que ocurrió cuando mi duendecilla me contó un cuento a mí:

Érase una vez una niña que se llamaba Pulgarcita, que tenía muchos amigos y que yo creo que era prima del otro Pulgarcito de las miguitas de pan. Un día, Pulgarcita tuvo que irse a vivir lejos de ellos, a la montaña, a aprender francés y a comer chocolate, raclette, fondue y salchichas, que estaban buenísimas. Cuando pudo hablar francés, conoció a otros niños que también sabían decir caca y pedo de otra manera, ¡jajajajaja!, pero echaba de menos a los que estaban en su país y también la mojama, el salchichón de la abuela, los judiones con chorizo, el jamón ibérico y el trina. Como al gigante de las botas esas de las "siete lenguas" le olían los pies a queso de bola, pensó que era mejor volver en coche o en avión para que la peste no le molestara. Y se fue de vacaciones a ver a sus primos, para hacer "espetáculos" con pelucas de colores y gafas de plástico; ah, y también bañarse en la pisci. Al final del verano, tuvo que volver al país que no estaba tan lejos y, por el camino, Pulgarcita tiró piedras de colores para que se quedara bien marcado el rastro y no se perdieran cuando vinieran a vernos... Mami, ¿tú no dejas piedras o algo para que te encuentren?

Yo dejo canciones, desde chiquitina, y la gente que me conoce bien siempre ha sabido cuáles son, de modo que cuando suenan, todas seguidas, ya saben que ando cerca aunque esté lejos.

Cuelgo esta lista y de ella elijo las sesenta que me faltan para terminar el blog. Un vez más, gracias a mi "chache" por enseñarme a apreciar una cosa tan simple. Ha sido un placer y un salvavidas que me mantiene a flote, aunque a veces la corriente me lleve y me asuste. Gracias, gracias, gracias, gracias...

Seguid escuchando la banda sonora de vuestra vida, todos tenemos una, solo hay que prestar atención.


      

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